lunes, 10 de enero de 2011

Bienvenidos al País de las sonrisas!

Bienvenidos a este pedazo cibernético que intentará describir algunos aspectos de un país sorprendente: Tailandia!

EL PAIS DE LAS SONRISAS
Arribamos a este país en el Año del Tigre en un vuelo directo de Thai Airways procedente de Los Ángeles, que despegó a las 11:55 de la noche del 31 y aterrizó en el aeropuerto internacional de Suwanapún (Suvarnabhumi) en Bangkok a las 6:10 de la mañana del día 2 del mes siguiente. Un poco más de 16 horas que afortunadamente pasaron sin sentir debido al sueño, cinco películas, una dotación de libros y revistas, excelente servicio de a bordo y a lo ocupado que me tuvieron mis retoños durante el viaje. El país de las sonrisas nos aguardaba.
Hoy es el primer lunes del año 2554, el año del Conejo o mejor dicho lunes, 3 de enero (Mokarakhom / มกราคม) de 2554, no sólo en este reino, sino en varios países del sureste asiático que se rigen desde hace siglos por el calendario lunar (Patithin Chantharakhati). Sin embargo, en el siglo XIX, el entonces rey decidió que el calendario local debia coincidir con el Gregoriano utilizado en Europa y otros continentes, lo que sucedió en 1888 (2384 de la era budista). Desde entonces, el primero de enero inician ambos con 543 años de diferencia, si bien el budista se festeja en abril –dependiendo del ciclo lunar- en los que se conoce como Songkhran.
Después de las primeras semanas y varias noches de insomnio, en la que pudimos apreciar alboradas únicas en una ciudad de rascacielos, casi tan grande como la de México, nos hemos acostumbrado al nuevo horario. Doce horas de diferencia entre nuestra nación y el reino otrora conocido como Siam se dicen fácil, pero el cuerpo lo resiente y ello nos hace caer en cuenta que estamos exactamente al otro lado del planeta. Quisiera comprobar lo que mi padre me decía y tomar una pala para cavar un agujero hasta llegar a Mérida.
La capital impresiona por su modernidad y el número de edificios altos. Aquí coexisten y conviven ricos con pobres separados solamente por un muro o una calle. Al lado de un lujoso rascacielos de cristal donde vive un embajador o están las oficinas de una empresa multinacional hay un palomar de clase media o un pequeño edificio que más parece una vecindad del centro de nuestro país.
Algo característico es el tráfico, que en Bangkok es no sólo caótico sino desesperante. Puede llegar a simplemente no haber movimiento o avanzar lo mínimo. Para nuestro alivio el costo del transporte es bajo y los taxis –que abundan- son baratos en comparación con otras ciudades y tienen aire acondicionado, lo que significa no transpirar en el tropical y húmedo calor que hace durante por lo menos 11 meses del año sea budista o gregoriano –el año o el pasajero-. Los triciclos motorizados (Tuk tuk), el tren elevado (Skytrain), autobuses urbanos, los colectivos o el metro son otros medios utilizados para desplazarse en Bangkok.
Algo que salta a la vista de inmediato es que a este pueblo le gusta comer. Cuando dicen “vamos a comer a la calle” es literalmente cierto, pues muchas aceras se convierten en restaurantes temporales con mesas y sillas que de pronto aparecen para que los ciudadanos tomen sus alimentos y casi siempre están llenos. La comida local es rica y variada, pero es fácil encontrar cadenas de restaurantes internacionales y comida de diversas partes del mundo. Las panaderías son mucha y de buena calidad, sobre todo en la repostería.
Del idioma, bueno, ya habrá tiempo para hablar de su dificultad, sólo podemos adelantar diciendo que las cosas aquí “están en tailandés”, pues no se comprende na-da. Mucho hay por conocer, pero sin duda lo más importante es su gente: amable, menuda y amigable, siempre dispuesta a ayudar aunque no siempre entienda lo que uno dice y a veces haga lo contrario a lo que se pide. Su sello característico es la sonrisa permanente y de ahí se toma la frase que oficialmente se maneja a nivel mundial para promover a “la sorprendente Tailandia”. Bienvenidos!H




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