lunes, 24 de enero de 2011

Masaje Tailandés

 
Sala de masaje Thai

Religiosa, quizás no, pero única y relajante es sin duda la experiencia del llamado Masaje Tailandés que aplicado en todo el cuerpo no solamente ayuda a bajar la presión de la vida cotidiana, sino a revigorizar el cuerpo y la mente de quien se somete a esta antigua terapia oriental, perfeccionada en Tailandia.


Perhaps is not a religious one, but a relaxing and unique it is the experience of having a Thai Massage, which involves the whole body and helps to reduce the daily stress and at the same time to reinvigorate mind and body of those taking this antique oriental therapy, which has been perfectioned in Thailand.







Panorámica desde el Royal Bangkok Sports Club


Artículo /Article

Desde Bangkok



-Te gustó? -Le preguntó Gabriel.
-Me encantó, -respondió ella, con una mirada lánguida y esbozando una sonrisa-. Deberiamos hacerlo con mas frecuencia, ¿no lo crees?
Él sonrió y le hizo un guiño. Gabriel pagó en la recepción y salieron del local tomados de la mano, tranquilamente y cuchicheándose.

Esa tarde habían decidido que la habitación donde pasarían el rato debía ser la A, no sólo porque era su inicial y porque es la primera vocal y la primera letra del abecedario, sino porque era la que quedaba –extrañamente- al final del corredor. ¿Superstición? En un país como éste, no es nada raro que la gente sea supersticiosa y que pague 50 o 100 veces más por un número de teléfono móvil que sólo tiene nueves, seises u ochos.  La verdad es que era más bien discreción, pues ambos eran conocidas personas en Bangkok, a donde habían llegado no hace mucho.
El pequeño cuarto, decorado sencilla y armoniosamente sólo tenía una silla, un biombo y dos esteras acolchonadas cubiertas de seda tailandesa donde había dos almohadas con fundas del mismo fino material. La luz era tenue, con lámparas que difuminan la intensidad y de fondo una, apenas perceptible, “green music”. En la silla, dos trajes ligeros orientales de seda verde olivo, de dos piezas cuidadosamente doblados sugerían que había que vestirlos.
Gabriel tomó uno y se lo dio a su bella acompañante; ella ya se había desnudado. Él, nervioso se deshizo de su ropa y no tardó en colocarse el cómodo y sedoso terno oriental. Una linda chica en traje de seda tocó a la puerta y entró. –A su servicio, Khun Gabriel, -dijo y dio paso a otra dos tailandesas vestidas en color rosa mexicano y cerró la puerta.
Señalando las esteras, los huéspedes comprendieron que debían recostarse. Las chicas colocaron una pequeña toalla húmeda caliente en los pies de ambos y cubrieron los postrados cuerpos con una manta de tela fina afelpada. Una de las chicas, la de menor estatura, tomó las piernas de Gabriel y comenzó a frotarlas y después a presionarlas poco a poco haciendo que el nerviosismo inicial se disipara y él comenzara a relajarse. No se escuchaba nada con excepción de la música y cerró los ojos, aunque en algún momento los abrió y volteó a su izquierda viendo que la otra pareja hacia lo mismo.
El tiempo transcurrió y cada minuto significó una nueva experiencia para los cuerpos de los huéspedes de la habitación A. Los músculos, coyunturas, vertebras, huesos y puntos nerviosos se relajaron y contrajeron, se doblaron y estiraron, provocando sensaciones poco o nada exploradas anteriormente que unidas al peculiar y agradable aroma del ambiente hacían inolvidable el momento. Las thais eran expertas a pesar de su juventud y sus manos, suaves y delicadas, al igual que un prestidigitador, parecían saber lo que sus “clientes” deseaban. Casi cada centímetro del cuerpo fue tocado, presionado, manoseado, frotado y flexionado y sólo el crujir de algún hueso pudo escucharse hasta que a Gabriel y su acompañante se les pidió echarse boca abajo, como parte de la sesión.
No hubo aceites, ni ungüentos o cremas, ni talco; menos palabras o risas, aunque si uno que otro quejido o jadeo cuando se tocó algún punto más sensible y la epidermis lo comunicó de inmediato al cerebro. En algún otro momento, al sentir la presión en un punto del muslo Gabriel casi suelta una carcajada, pero se contuvo a tiempo, casi al mismo instante que las manos de la delicada tailandesa.  Al final un breve masaje en la cabeza y las únicas palabras de las dos menudas “terapeutas”: Thai Herbal Tea or Green Tea? Prefirieron el té de hierbas tailandés, que tomaron en la recepción, antes de pagar.
Sus cuerpos –y la mente- se sentían tonificados y a la vez relajados; habían perdido la energía negativa, pero recobrado el vigor y además se sentían más cerca uno del otro. Habían experimentado su primer masaje tipo tailandés en el Spa del Royal Bangkok Sports Club.H
Copyright 2011.

Fotos y texto: Hidalgo


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