lunes, 14 de marzo de 2011

La danza de Pichet


Pichet Klunchut (izq.) en escena. 
Hablar de danza tailandesa en México o en otro lugar extranjero de inmediato refiere a lo tradicional; esas bellas bailarinas que con gráciles y plástico movimientos, que se antojan exagerados, recuerdan muñecas orientales vestidas de color dorado brillante y con gorros terminados en agudas puntas que semejan las estupas de los templos y palacios de este hermoso país. Ese tipo de danza, que incluso Michael Jackson adoptó en alguno de sus videos, es lo típico y parte del folklore nacional, pero también hay compañías de ballet clásico y otros, como la de Pichet Klunchun que combina ambos y la danza contemporánea dando como resultado espectáculos únicos en las bellas artes. 

Escena de "Chu Chai" (Bangkok, 5/mar/11)

Pichet y su compañía

Normally, when you talk about Thai dance outside Tahiland, one imagine the traditional dances with masks and beatiful girls dressed in golden and bright colors and wearing tower-like hats/helmets, dancing graciously with plasticity in their movements and evolutions looking as pretty Oriental dolls. That kind of dances are stereotypical and part of the Thai folk, they also has been used even for foreign artists as Michael Jackson in his videos.  But besides those performances, there also are in Thailand a number of Classic Ballet dance companies, having in Plachit Klunchun Dance Company one o f the best artistic groups that combines traditional, classic and contemporary dances, creating uniques shows within the performing arts.




Artículo/Article

 Un ballet único   Publicada:  14 marzo 2011

Desde Bangkok

Jorge Luis Hidalgo Castellanos


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En el marco de “La Fête”, festival cultural que organiza durante dos meses desde 2004 la embajada y la Alianza francesas en Bangkok con el apoyo y patrocinio del gobierno tailandés y que ofrece un programa de actividades que abarca varias disciplinas artísticas de ambos países, se presentó en el Teatro Patravadi la Compañía de Danza Pichet Klunchun, que ofreció dos funciones el fin de semana del 5 y 6 de marzo.
El teatro se encuentra del otro lado del río Chao Phraya, en la parte histórica de lo que otrora fue la capital de Tailandia, Thonburi, y es un pequeño local sencillo con gradas que asemejan un anfiteatro romano —techado— y con ventiladores. Algo interesante considerando el clima caluroso de estas tierras y los omnipresentes mosquitos. Se encuentra en un centro cultural entre dos templos budistas y en las márgenes del famoso afluente frente al Gran Palacio.
La compañía, famosa por presentar espectáculos con contenido político a través de la danza, ofreció en esta ocasión la obra “Chu Chai”, que en tailandés significa transformación y se basa en el episodio Nang Loi (La Dama Flotante) de “El Ramakien”, la versión thai de la famosa épica india “El Ramayana”, obra de lectura obligatoria en varias preparatorias mexicanas como parte de la materia de Literatura Universal. Esta pieza dancística se ha presentado en el Lincoln Center en Nueva York y en Tailandia sólo cuatro veces en casi ocho meses.
El argumento es simple: para terminar la guerra el demonio Thotsakán obliga a su sobrina Banyakai a suplantar a Sita, la bella esposa de su enemigo Rama, transformación que supone un desafío para la joven. Pichet adapta este episodio literario a la actualidad tailandesa expresando lo doloroso que es transformar a la sociedad para detener una guerra, como la de “El Ramayana”, o para modernizar la sociedad. La compañía ilustra a través de diversos movimientos de las danzas clásica, contemporánea y tradicional las etapas evolutivas sociales reflejando los temores que dicha transformación (si la hay) provoca dentro de la sociedad.
El espectáculo de apenas 50 minutos inicia con un escenario blanco, en cuyo fondo se proyectan diapositivas con fragmentos en inglés y thai de “El Ramakien”, a manera de introducción narrativa que ubica al espectador.
Posteriormente los bailarines, vestidos en jeans y playeras o con ropa moderna y usando gafas inician su propia narración con plásticos movimientos que elevan el clima —del público y del lugar— hasta lograr un ambiente en el que cada paso o evolución dancística tiene una conexión directa con quien esta viéndolo, casi sin parpadear. La danza tradicional tailandesa ayuda a dar la sensación de escenas en cámara lenta que llegan a ser realmente espirituales. A la mitad de la función se exhibe en el fondo-pantalla del escenario una especie de documental en el que se escuchan varias respuestas de gente ordinaria a las preguntas de quién es Sita y qué sería Sita en la actualidad, lo que provoca más de una risa en el público.
Así, entre diapositivas y música, los diez bailarines, incluidos el propio Pichet, cuentan con sus brillantes —sudados y torneados— cuerpos una parte de uno de los clásicos literarios de esta región del mundo y parte de la vida actual en Tailandia.
Pichet comenzó a estudiar ballet clásico en su adolescencia, lo que combinó pronto con los bailes Khon, típica danza tailandesa con máscaras tradicionales, llevado de la mano por uno de los grandes maestros de la danza tailandesa, Chaiyot Khummanee. Posteriormente a graduarse en la Universidad Chulalongkorn, estudió en Estados Unidos y ha representado desde entonces a su país en numerosas naciones y festivales internacionales. Sin embargo, hasta ahora parece no haberse presentado en Latinoamérica. 
Esta excelente compañía artística tailandesa dirigida por el maestro Pichet Klunchun bien podría tener pronto su debut en América Latina, de darse la oportunidad de tenerlo en México, sobre todo en el Sureste y en particular en nuestra Mérida, donde hay un festival de danza desde hace varios años en diciembre.
Copyright 2011
Mezcla de Danza Khon (bailes con máscaras) y clásica
Fotos: Pichet Klunchun Dance Co.

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