martes, 5 de abril de 2011

Ambulantes

Puesto callejero de plátanos que ofrecen variedades del fruto.

Los vendedores callejeros han existido desde siempre. De hecho son parte del origen del comercio en el mundo. En Tailandia es muy común, sin embargo, ver diversos puestos -temporales y móviles o semipermanentes- que venden toda clase de productos, desde  fruta y comida del día hasta aparatos electrónicos y artesanías.




Frituras de cerdo
Hay vendedores que podrían pasar por mexicanos no sólo por su apariencia física, sino por el tipo de cosas que ofrecen a la venta. Algunas calles son tan caóticas y congestionadas de puestos de venta que parecen un mercadillo temporal, de los que en México se conocen como Tianguis o mercados sobre ruedas.  Algunos, igual que la ciudades latinoamericanas o africanas, los puestos ambulantes se han convertido en permanentes.




Artículo/Article
Vendedores ambulantes   Publicada:  4 abril 2011
Jorge Luis Hidalgo Castellanos

Comida, fruta, ropa, revistas, videos, flores, relojes y zapatos, entre muchas otras cosas, pueden encontrarse en las calles de Bangkok; pero no necesariamente en tiendas o establecimientos fijos, sino en puestos ambulantes que temporalmente se colocan en los barrios o las avenidas más concurridas o en las entradas-salidas de las estaciones del metro, por ejemplo.
Comida, fruta, ropa, revistas, videos, flores, relojes y zapatos, entre muchas otras cosas, pueden encontrarse en las calles de Bangkok; pero no necesariamente en tiendas o establecimientos fijos, sino en puestos ambulantes que temporalmente se colocan en los barrios o las avenidas más concurridas o en las entradas-salidas de las estaciones del metro, por ejemplo. Ver fotos(7)
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Comida, fruta, ropa, revistas, videos, flores, relojes y zapatos, entre muchas otras cosas, pueden encontrarse en las calles de Bangkok; pero no necesariamente en tiendas o establecimientos fijos, sino en puestos ambulantes que temporalmente se colocan en los barrios o las avenidas más concurridas o en las entradas-salidas de las estaciones del metro, por ejemplo.
De lo más común son los carritos de café o té que sobre dos ruedas de bicicleta se trasladan por la calle para quedar durante la mañana o la tarde en un solo lugar al que los habituales clientes llegan a comprar sobre todo café helado o Thai Chai, bebida a base de té negro diluida con hielo y leche evaporada.
Los puestos se especializan en productos, comenzando con la comida, que va desde el que ofrece solamente  frituras —pescado, puerco o pollo—, incluyendo algo como chicharroncitos o tlales (grasa que suele acompañar al chicharrón), o una especie de crepas que acaban enrollándose para quedar del tamaño de unos taquitos rellenos de salchicha, mayonesa y salsa tipo capsup; jugos de mandarina, más que naranja; huevos fritos tipo omelet tailandés con verduras, hechos en una sartén tipo wok; camotes, calabaza y elotes cocidos o asados; insectos tostados, sobre todo chapulines, escarabajos y chinchones, aunque uno que otro escorpión no se escapa y se ofrece casi caramelizado en una tonalidad café oscura; flores y guirnaldas para ofrecer a las casas de los espíritus o a los templos budistas; arroz cocido; plátanos de diversas variedades asados en el acto y fruta fresca.
Obviamente, existen también muchos lugares diseminados por la ciudad que son unas verdaderas fondas ambulantes montadas en las aceras de la calle donde se puede desayunar, comer o cenar como en un restaurante establecido. Es decir, en Tailandia existe la posibilidad de que si le invitan a “ir a comer fuera” probablemente sea literalmente “comer en la calle”, a los cuatro vientos, eso sí con la garantía de que es sabroso y barato.
Claro que lo recomendable es haberse acostumbrado no sólo a los sabores sino sobre todo a los picantes ingredientes que casi toda la gastronomía común lleva y que supera en mucho a la “picosa” comida mexicana, pues la diferencia es que en México las salsas son opcionales y al gusto, mientras que varios platillos típicos tailandeses llevan incluido obligatoriamente el chile, ingrediente por cierto traído originalmente de México por los navegantes europeos y que se adaptó tan bien en Asia que tiene carta de naturalización en Tailandia.
Otros ambulantes venden lo mismo que se puede encontrar en las calles de las ciudades mexicanas: ropa, discos, relojes, películas —normalmente piratas—, recuerdos, revistas y libros o juguetes. Hay zonas, como las primeras calles de Sukhumvit, en la zona turística, donde los puestos son semipermanentes, otra semejanza con México, y ofrecen de todo. Visualmente no combina con el paisaje urbano y complica el paso de los transeúntes, en la ya de por sí complicada ciudad; para su solución en Bangkok se ha ideado la construcción de pasajes peatonales elevados, que yendo por debajo de la estructura de las vías del tren elevado permiten a la gente caminar con seguridad, protegida del inclemente tiempo —sol o lluvia— y sin cruzar las calles. 
El ambulantaje, sin embargo, es criticado por la sociedad y la prensa y existen muchas razones que podrían explicar su presencia, comenzando con actos de corrupción, pero el hecho es que ahí sigue, aunque de vez en cuando quienes rigen la ciudad reubican a los comerciantes informales en placillas que acaban nunca siendo suficientes para un fenómeno que crece diaria y exponencialmente.
A pesar de ser una megaurbe, la capital tailandesa todavía tiene reminiscencias folclóricas, como los vendedores que transportan sus mercancías en los hombros, con la ayuda de una larga vara de bambú o palo y dos grandes cestos colgados a sus extremos, normalmente llenos de verduras, frutas o flores. También es usual ver camionetas con varios productos colgados en la parte exterior de una especie de jaula, en la que exhiben tenis, zapatos, agujetas, cuadernos, ropa y productos que se encontraban en las no tan antiguas mercerías de los pueblos. Estas pick ups suelen estacionarse frente a edificios en construcción para atraer la atención de peones, soldadores y albañiles que por falta de tiempo libre acaban siendo clientes de productos que les son llevados en estas tienditas móviles.
El comercio ambulante de Tailandia no difiere mucho del de México y el patrón seguido parece ser idéntico, con el idioma como única diferencia, con lo que se puede corroborar que las prácticas comerciales realmente están globalizadas.

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Texto  & Fotos: Hidalgo

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