lunes, 19 de septiembre de 2011

Siameses

Precioso ejemplar de siamés
Desde Bangkok

Artículo

Felinos de fina estampa  Publicada:  19 septiembre 2011 
Siamés Moderno

De cuerpo lánguido, con largas orejas que enmarcan una cara triangular y de piel clara con tonos más oscuros en las extremidades, el juguetón minino perseguía una bola de estambre en el lustroso piso de un penthouse del barrio de Chit Lom desde donde se ve el horizonte de rascacielos de Bangkok.

Era un auténtico siamés (Wichiet Maat) de dos años que adora estar cerca de su dueña y que se acurruca junto a ella cuando nos sentamos a platicar a media tarde.


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La siamesa es una de las razas de gatos más conocidas en el mundo aunque quizá poca gente haya visto un ejemplar en vivo, incluso tal vez cueste reconocerlo, o mejor dicho diferenciarlo de otras razas en fotografías.

En México y en muchos otros países americanos cuando se quiere referir a una raza fina de felinos el gato siamés es el primero que viene a la mente. Este gato tuvo su origen en el antiguo reino de Siam, actual Tailandia, hace por los menos tres siglos, pero llegó a América apenas hace un poco más de 100 años, exactamente en 1890 de acuerdo con algunos registros.

Es obvio que este gato ha estado casi de manera permanente en la vida tailandesa y junto con otros animales nacionales es protegido por la Casa Real. Aparece en retratos con reyes y reinas, en documentales de cine y televisión y en películas sobre este reino.


En general, el siamés es un felino sociable, inteligente, limpio y muy cariñoso al que le gusta perseguir objetos o ratones. Se conocen dos tipos de esta raza: el siamés thai o tradicional y el siamés moderno, obtenido después de ciertas manipulaciones genéticas con características físicas propias.

Este último, el siamés moderno, es el más famoso y comenzó a ser más conocido a partir de la década de los 50 cuando ganó concursos en exposiciones felinas mundiales. De hecho esta sería la explicación por la que es el ejemplar que viene a la memoria cuando se habla de un gato siamés puro. Una descripción física clásica de este gato es: “El estándar del siamés moderno o siamés estilizado indica un cuerpo elegante, esbelto, estilizado, flexible y muy musculoso, con un esquema de color denominado pointed y en otros casos, colorpointed. Su cabeza es de forma triangular, el hocico fino, los ojos son almendrados y oblicuos, las orejas son grandes, el cuello delgado y largo, del mismo modo que su cuerpo y su cola. Su pelo es corto brillante, fino, suave, apretado y adherido al cuerpo. El siamés se caracteriza por su esquema pointed típico, es decir, por una coloración más oscura en los puntos donde la temperatura corporal es menor (extremidades, cola, cara y orejas), que contrasta con el resto del cuerpo”.


Por su parte, el gato siamés tradicional, conocido como gato thai o tailandés es el original o ancestral del que derivó el siamés moderno. Ambos comparten el acromelanismo o la coloración característica más oscura en las partes con menos calor del cuerpo, lo que se debe a un gen recesivo propio de esta raza fina. Una diferencia evidente está en las formas redondeadas que presenta su cuerpo, con la cabeza más rellena, hocico corto, ojos alargados y claros, generalmente azules, y cola corta y gruesa. Algunas asociaciones internacionales especializadas, incluso, consideran que ambas son razas diferentes. 

Siamés Thai
Si bien los estudios indican que los gatos siameses originalmente eran grises con manchas oscuras, actualmente son felinos de entre 3 y 4 kg de peso, en promedio, dependiendo del género y otras circunstancias y sus crias son blancas y van oscureciendo conforme crecen. La temperatura ambiental tambien influye en la coloración de estos felinos siendo más oscuros los gatos siameses que habitan en zonas frías que los que viven en el trópico, como en Bangkok.


De cualquier manera, se trata de una raza única de felinos, original de Tailandia, cotizada internacionalmente por su belleza, de precio alto y de personalidad alegre; mininos juguetones y cariñosos que se identifican con la población local.


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En la penumbra de su departamento bangkokiano, la dueña del gato seguía contándome sobre los monasterios antiguos y la meditación, mientras lo veíamos ronroneando a los pies de un buda de bronce de tamaño natural, al igual que lo hacen muchos gatos sin pedigrí en los templos budistas del país. Al final, pensé que es cierto que “de noche, todos los gatos son pardos".   

Texto: Jorge Luis Hidalgo Castellanos

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