lunes, 16 de abril de 2012

Phra Men

Desde Bangkok
La princesa Pecharat     Publicada:  16 de abril de 2012

Jorge Luis Hidalgo Castellanos
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 La procesión real avanzaba lentamente sobre dos de los ocho carriles del boulevard de la capital del reino. Los prados adyacentes enmarcaban la escena y la gente sobre las anchas aceras presenciaba en silencio la peregrinación que conjuntaba militares y monjes, todos uniformados.
Al fondo, se apreciaba el Gran Palacio, en particular la alta y recia muralla blanca de 4 metros de altura donde un guardia vigilaba atento y taciturno. El Ok Phra Men (rito de traslado al crematorio) estaba en su apogeo.
Ocho décadas antes, en noviembre de 1925 el Rey Vajiravudh (Rama VI) disfrutaba de una de sus mayores alegrías. Había nacido su primera y única hija, Pecharat. Su felicidad duró dos días. El soberano de la dinastía Chakri falleció el 26; había esperado para ver nacer a su princesa y pasar con ella algunas horas. 
Bajo los 9 años del reinado de Prajadhipok (Rama VII), la princesa Pecharat vivió con su madre, la princesa Suvadhana en el palacio Dusit en Bangkok. A los 12 años de edad, ya con una monarquía constitucional en Siam, ambas se mudaron a Inglaterra. Cuando Pecharat tenía 32 años, regresó con su madre a Tailandia. A diferencia de su real progenitor, Su Alteza Real, la Princesa Pecharat vivió 85 años, hasta la madrugada del 27 de julio de 2011.
El rey Pumiphon (Rama IX), quien rige desde 1946, declaró 100 días de luto en su reino y ordenó que se iniciaran los correspondientes rituales del Budismo. Los restos reales se colocaron en una urna dorada dentro del Salón del Trono en el Gran Palacio. Diariamente, hasta completar una semana se ofició un rito, después a los 7, otro a los 15 días, uno más en el 50º  día y finalmente a los 100. Durante ese periodo luctuoso se tocó una melodía con oboe, caracoles y tambores a las 6:00, 12:00, 21:00 y 24:00 horas para recordar el duelo a la corte. 

En la tradición cultural de Tailandia, desde el periodo de la dinastía Sukhothai, en los siglos XIII al XV, el monarca es cabeza de la nación y de su cultura. Como parte de la influencia hinduista, el monarca  se considera divino. Es la reencarnación de un dios, el avatar de Visnú. Cuando fallece —o alguien de su familia—, después de haber cumplido su misión en la tierra, su alma retorna al cielo, al mítico Monte Sumeru, que está rodeado por siete anillos protectores en medio del Gran Océano, donde también están los cuatro continentes y en el horizonte se ubica la muralla montañosa que separa a la tierra del universo. 
El Phra Men (Crematorio Real) se funda en la cosmología budista. Construido en madera a modo de templo, la urna real es colocada en el centro, representando el Sumeru, en cuya cúspide se coloca la Sombrilla del Estado, de siete niveles. Cada continente se representa en las cuatro esquinas del crematorio, donde se coloca un monje que entona cánticos durante la ceremonia luctuosa.
La Casa Real reunió a arquitectos y artesanos para edificar el crematorio en Sanam Luang, plaza adyacente al Gran Palacio. Después de varios meses, el Phra Men quedó listo con jardines, pabellones, salas de descanso y cercos ceremoniales incluidos.
 Se restauraron y prepararon las carrozas fúnebres y los palanquines. El carruaje de la Gran Victoria Real (Phra Maha Phichai Ratcharot) fabricado en tiempos de Rama I para la incineración de su padre en 1795, mide 15.30 m de largo y 11.20 m de altura y requiere de 216 hombres para impulsarla. El Ratcharot Noi, otro carruaje real —la carroza pequeña—, es donde se trasporta a su Santidad, el Supremo Patriarca budista de Tailandia, quien va recitando oraciones durante el cortejo fúnebre hacia el crematorio. Los coches, hechos de madera, están labrados de manera tradicional con elementos y símbolos siameses,  en colores rojo y dorado, adornados con espejos de varios tamaños.
La ceremonia de Cremación Real comenzó temprano el 9 de abril, con 10 mil personas desfilando hacia la pira real. El primer acto terminó al mediodía.
En la tarde, los reyes encabezaron el segundo acto con la presencia de nobles e invitados especiales, cortesanos, diplomáticos y monjes, quienes uno a uno me rindieron un último tributo. El tercero fue la cremación en sí, a las 10 en punto, que culminó a la media noche. Mis cenizas se colocaron en una urna que al día siguiente fue trasportada al Gran Palacio, donde estarán junto a las de otros parientes de la dinastía Chakri, que están ahí desde hace más de 200 años. Por cierto, ¿les mencioné que me llamo Pecharat?”. H
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Texto: Hidalgo

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