lunes, 20 de agosto de 2012

Apsarás

Desde Bangkok

El encanto de Valherí
Publicada: Lunes, 20 de agosto de 2012 12:34 am  |  Imagen     Diario de Yucatán
Jorge Luis Hidalgo Castellanos
Fresca y grácil cuanto bella y alegre es Valherí. Su charme hace juego con toda ella, parece que no es de este mundo, sino de otro superior; de otra dimensión. Su juventud, asomando a la mujer que empieza a surgir de ella, no puede ser más auténtica. Su pasión es la danza y su longuilíneo cuerpo con rítmica flexibilidad le hacen parecer una ninfa cuando baila.
Cuando la vi descendiendo, una mañana por vez primera, me sonrió sin conocerme y correspondí instintivamente encantado. ¿Cómo evitarlo? Su figura me recordó a alguien más, también de espíritu encantador y sin embargo la nubil Valherí era única.
En el hinduísmo y el budismo existen seres semidivinos de sexo femenino llamados comúnmente apsarás. Se les conoce con otros nombres dependiendo del idioma y el lugar: hapsarí en Java, bidadarí en Malasia y parte de Indonesia o hipsará en otras partes de Asia.
 Son féminas angelicales que cultivan la música y la danza, nunca se marchitan y son parecidas con las kinnaríes pero con cuerpo completamente humano y voluptuoso. Sensual y virginal a la vez.
Valherí es una ingenua adolescente apsará, que vive cantando y bailando en su mundo color de rosa. Deambula sin problemas y preocupaciones reales como corresponde a su edad ante el ojo atento de su madre, que la aleja de los sitios peligrosos prodigándole amor, consejos y ejemplar actitud.
Vuela en su entorno, sonriendo y disfrutando sabiendo que se le ama y se le espera. Siempre.
Las apsarás, se dice en la mitología hindú-budista, son jóvenes y elegantes seres celestiales que viven en los bosques y montañas, expertas bailarinas comparables a los ángeles, que además de cultivar las bellas artes cuidan a los héroes caídos en combate. Ya mayores, son desposadas por los Gandharvas, espíritus masculinos que llevan los mensajes de los dioses a los hombres,fabulosos guerreros que describe el Mahabharata y excelentes músicos que también vuelan y viven en los bosques. Son seres cercanos a los árboles y las flores. Los Gandharvas del hiduismo tienen la mitad de humano y su otra mitad del cuerpo es de animal, pero no en el budismo. Entre ellos son famosos Panadá, Opamanná, Nalá y Pankhasiká, el que se enamoró de Suriyavacchasa, apsará hija de Timbarú, cuando la vio bailar.
Igual que las ninfas de Siam e India, Lanna e Isan y Birmania, en el sureste asiático, Valherí es acechada por faunos que no siempre con las mejores intenciones intentan aproximarse a ella, quien sin embargo, con su gracia natural se muestra coqueta y transparente, haciendo con ello refulgir más su hermosura. Esa candidez la protege. Sus ojos son los de una soñadora, sus piernas y brazos los de una ballerina. Es una artista nata acogida por Terpsícore.
Las apsarás son el equivalente de las musas grecorromanas, ninfas, hijas de dioses o semidioses. Como la pléyades, hijas de Atlas y Pléyone o la Noemia de Arcadia, compañera de Calixto. Existen 26 apsarás en la corte de Indra que representan las diversas artes del mundo y se pueden comparar con las nueve musas romanas generalmente aceptadas: Clío, Talía, Erato, Eutérpe, Polimnia, Calíope, Terpsícore, Urania y Melpómene. De las musas, deriva el vocablo música, una de las artes sublimes y también de allí deviene el nombre de los templos artísticos actuales, los museos. En el mundo hispano tenemos a la décima musa: Juana de Asbaje.
Me gustaría que Valherí, que cada vez desea volar más alto y lejos como suelen hacerlo las apsarás púberes, encontrara alguien que la guíe junto a su juiciosa mentora, del mismo modo que las musas griegas tenían un líder en Apolo, el mouságetes. Así, quizá un día, semejante a lo que han escrito Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare, Milton, Paz, Borges y Fuentes, alimentados por una musa, Valherí sea fuente de inspiración.
En los antiguos templos hindúes de varios países asiáticos, todavía pueden apreciarse bajorelieves de apsarás, como en Angkor Wat, en Camboya donde los clásicos bailes jemeres son popularmente llamados danzas apsarás; pero no se debe confundirlas con las devatás, bonitas figuras semejantemente reproducidas en los edificios pero que no bailan. 
Deseo también que Valherí encuentre a su tiempo, como la hermosa ninfa Calipso, a un Ulises, el perfecto prospecto de esposo inmortal, valiente y amoroso, que la respete y halague. Ella es muy joven todavía y no es una nereida; es una doncella fuerte, saludable y determinada a la que amo, incluso antes de haberla conocido y que sabe que cuenta conmigo, vuele o no vuele.H
Copyright 2012.   Texto y Fotos: Hidalgo

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