lunes, 18 de marzo de 2013

Vida silvestre

Desde Bangkok

Fauna y flora amenazadas (II)


Por Jorge Luis Hidalgo Castellanos
Otra especie que está en el ojo del huracán en la CITES y que en la COP 16 de Bangkok causó revuelo, es el oso polar (Ursus maritimus) cuyo caso tiene defensores y detractores. Este plantígrado vive en la zona ártica del mundo, abarcando los territorios de cinco países, de los cuales sólo uno lo comercializa legalmente y se asegura que sus pueblos nativos –los inuits entre ellos- no sólo se beneficien económicamente de la caza de los osos sino que se preserve como parte de su cultura.
La población de los osos se calcula en 25 mil individuos y no parece estar en peligro de extinción, pese a que son millares los que son cazados anualmente para vender sus pieles, carne y huesos o ser usados por los indígenas para consumo personal elaborando abrigos, combustible, herramientas y artesanías. Los detractores argumentan que se propicia la caza y que los osos polares están viendo que su hábitat se reduce por el cambio climático del planeta, lo que llevará a que se extinga la especie.
Los precios de las pieles de oso polar se han incrementado y pareciera ser que cada vez hay más compradores que han aumentado la demanda, además de cazadores que desean tenerlo como trofeo. Se calcula que de 2001 a 2010 se comercializaron más de 32 mil osos y algunas ONG ofrecen datos que aseguran que de seguirse la tendencia, para el año 2050 la población de osos polares disminuirá dos tercios. Dado que la COP 16 no adoptó la propuesta de incluirlo en el Apéndice I –lista más restrictiva-, el oso polar no está considerado todavía como altamente amenazado.
Respecto del manatí, un mamífero marino simpático, se propuso la protección de la especie Trichechus senegalensis que habita en la costa occidental de África, abarcando aguas –marinas, fluviales y estuarios- de 21 países, desde Mauritania hasta Angola y cuya población se calcula en menos de 10 mil ejemplares, amenazados por la pesca furtiva que se ha incrementado en los recientes años dada la demanda de su carne, aceite y derivados en el mercado negro. El manatí africano o de Senegal era el único sirénido que no estaba incluido en el Apéndice I de la CITES hasta que la COP 16 lo aceptó la semana pasada dadas las evidencias de que se encuentra en alto riesgo de extinción.
Los tiburones también llaman la atención y producen apasionadas reacciones. Desde hace décadas se ha intentado incluir en la lista más restrictiva a varias especies de escualos, habiendo sido la primera en 1997 cuando la COP de Harare rechazó incluir en el Apéndice I al pez sierra (Pristis microdon). En 2000, la COP tampoco aceptó la inclusión del tiburón ballena, el peregrino (Basking Shark) y del blanco (Great White Shark). Fue en la COP 12, en Santiago, cuando se aprobó la protección de los dos primeros mencionados. Tres años después se aceptó también al blanco y en 2007 se decidió incluir a las especies del pez sierra. En Qatar 8 tipos de tiburón propuestos fueron rechazados y de ellos en Bangkok se propusieron cinco, incluyendo a tres tiburones martillo (Sphyrna lewini, Sphyrna mokarran y Sphyrna zygaena), el marrajo sardinero (Lamna nasus) y el tiburón oceánico (Carcharhinus longimanus) además de dos mantarayas (Manta spp) y tres rayas (Paratrygon aiereba, Potramotygon motoro y Potamontrygon shroederi), éstas últimas de agua dulce. La COP 16 aceptó todas en un hecho inusitado e histórico para la preservación de los escuálidos.
En cuanto a la flora silvestre, a propuesta de México, se incluyó en el Apéndice II a la Yuca de Querétaro (Yucca queretaroensis) en peligro de extinción y varias especies de árboles de madera preciosa como el palo de rosa (Aniba rosaeodora) y algunos del género Dalbergia como el palo de rosa (Rosewood) de Tailandia (cochinchinensis), el cocobolo (retusa), el rosul (Dalbergia stevensonii) y el granadillo (Dalbergia granadillo), los últimos tres propuestos por Belice, pero existentes también en México.
Los resultados de la COP 16 de CITES en Bangkok fueron positivos para los intereses comerciales de la mayoría de los países, incluyendo México, y sobre todo para la fauna y flora silvestres, dejando un buen sabor y esperanzas para el próximo encuentro en Sudáfrica en 2016.
La sociedad civil, ampliamente representada en la COP por centenas de ONG y entidades científicas tuvieron asimismo un final feliz, comprobando que Tailandia es, en efecto, “el país de las sonrisas”.H
Copyright 2013.  Texto: Hidalgo


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